Las señales de pérdida de biodiversidad están en todas partes.  Los bosques tropicales, nuestras mayores reservas de biodiversidad y carbono, están en retirada. Los humedales costeros, vitales para las aves migratorias y la pesca, y también un importante stock mundial de carbono, se están deteriorando en todo el mundo.  Aunque la extinción es un fenómeno natural, los científicos estiman que la tasa de extinción de especies es 1000 veces mayor de lo que era hace antes de los tiempos actuales. Si seguimos nuestra actual trayectoria, nos enfrentamos a un futuro en el que el 30–50% de todas las especies podrían perderse para mediados del siglo 21.

El cambio climático está exacerbando esta pérdida, causando el blanqueamiento de los arrecifes de coral, el crecimiento desenfrenado de enfermedades de insectos en los bosques y se espera una pérdida severa de especies árticas. Y es un círculo vicioso: la pérdida de biodiversidad también agrava el cambio climático. En el Amazonas, los cambios hidrológicos causados por la deforestación podrían secar millones de hectáreas de bosques de lluvia permanentemente y alterar todo el clima amazónico. El costo económico resultante será asombroso.

Sin duda, muchos directivos del sector privado desearían proteger la naturaleza. Algunos donan fondos personales a ONG conservacionistas y las organizaciones que administran pueden hacer inversiones simbólicas y tomar decisiones operativas para proteger o restaurar la biodiversidad si no afectan la rentabilidad. Sin embargo, no desplegarán capital para proyectos de conservación o ambientales que no prometan beneficios económicos. Es importante hacer la distinción.  La filantropía es una manera de distribuir ganancias. Invertir es una forma en que el sector privado genera ganancias. Invertir deliberadamente con pérdidas no es un modelo de negocio realista.”

Financiando la Naturaleza:  Cerrando la Brecha Financiera Mundial en Biodiversidad

Paulson Institute, The Nature Conservancy, Cornell Atkinson Center for Sustainability